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Dejarse ser… Feliz

“La felicidad es dejar que todo lo que tenga que ser sea” dice Jorge Bucay en su libro “Cartas para Claudia.” Al leer esta frase, me quedé con su eco rondando por mi mente. ¿Entonces si me siento triste o enfadada, dejar que mis lágrimas y mi rabia salgan? ¿Si estoy nervioso ante una situación, dejar que esos nervios fluyan? ¿Esto es felicidad? A mi me habían contado una historia diferente sobre la felicidad.

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La felicidad es sentirte bien, a gusto en paz contigo mismo. Es el momento en el que te tratas bien a ti mismo. Es el instante en el que contactas contigo mismo y te aceptas tal cómo eres. La felicidad pueden ser tantas cosas y generalmente si le pregunto a la gente me describen momentos que les hacen sentir felices. Ninguna persona me ha hablado de la felicidad como un estado del ánimo constante, duradero y perenne. Sin embargo, muchos hemos luchado y muchos siguen luchando por estar alegres todo el rato, por estar contentos pase lo que pase, ignorando así el resto de nuestro amplio abanico emocional. Alegría no es sinónimo de felicidad. Esto en teoría lo sabemos todos. Estar alegre no es ser feliz. Por lo tanto si nos hemos aprendido la lección tan bien ¿ por qué luchamos todos desesperados por sentirnos bien todo el rato? Porque nos han enseñado qué “sentir” es peligroso (te juega malas pasadas, lloras cuando no debes, te sientes vulnerable, te pueden hacer daño, te haces daño si sientes) así que si vas a “sentir” por lo menos siéntete bien , alegre, calmado, contento. Después de un tiempo en mi propia terapia, fui cayendo en la cuenta que lo que a mi me hace feliz en el fondo es SENTIR. Me sienta bien sentir tristeza, sentir miedo, sentir enfado además de sentir alegría, paz y amor. Cuando he ido a terapia y he dicho “llevo una semana en la que siento muchísimas cosas miedo, rabia, tristeza, luego tengo un subidón, que cansancio!” mi terapeuta me responde “que bien, estás viva”. Así es. Siento luego vivo. La felicidad es estar vivo. Vivo para ser el potencial para crear, sentir, aprender, soñar, equivocarme, caerme y levantarme. No sabríamos lo que es el triunfo de levantarse si no nos hubiésemos caído. Y no sabríamos cómo es el suelo y todo lo que se puede hacer sobre el, si no lo hubiésemos abrazado. Acoger tu emoción, reconciliarte con ese sentir que asusta tanto a primera vista. Darte la opción de ser feliz sintiendo, estando vivo.

La felicidad es dejar que todo lo que tenga que ser, sea. Si hay una tormenta dentro de ti, que truene y ruja. Si hay un niño triste dentro de ti que lloré. Si tienes miedo, tirita. Rugiendo, llorando, tiritando. Expresando. Sintiendo se canaliza la emoción y deja espacio a lo nuevo por llegar y para ser sentido: La felicidad de ser, de permitirte, de reconciliarte, de sentirte. Esto es así, lo he visto muchas veces en terapia; después de haber llorado largo y tendido los pacientes dicen “ me siento mejor, con menos carga” . Es que no sentir pesa más de lo necesario.

Esto parece difícil, no por dejarnos sentir en si, ya que eso es un impulso natural. Esto parece difícil por todas nuestras creencias previas. Por nuestra necesidad de control. Adyashanti, un maestro de la meditación habla mucho sobre la renuncia al control. Sentir implica descontrolar, DEJAR SER. Lo que nos impide ser es nuestro control. El sentimiento, nuestra esencia como SER humano es lo que nos hace vivir. Si controlo quién soy y cómo soy, nunca seré todo lo que puedo llegar a ser.

La felicidad es estar vivo.

La felicidad es sentir.

La felicidad es SER.

Estar vivo, me viene dado.

Sentiré cuando renuncie al control.

Seré cuando me deje sentir quién soy.

Para todo esto primero he de darme cuenta de que estoy vivo, que puedo sentir. Una vez he sido consciente de ello, poco a poco tengo que renunciar al control y entonces de manera natural me permitiré ser quién soy y estará bien.

Este proceso, repito, parece difícil, tedioso, ya que sentir algunas emociones duele y escuecen las heridas. Por ello estar acompañado durante este proceso hace que todo sea más amable, ya que como seres sociales e interdependientes, nos sienta muy bien el apoyo del otro, la aceptación incondicional del otro, su ternura, cariño y compasión. Por eso yo misma voy a terapia y por eso me dedico a acompañar a mis pacientes en este proceso. Mi terapeuta el otro día decía “ Yo soy psicoterapeuta porque he comprobado que funciona, creo en la terapia”. Yo también creo en la terapia: para darme cuenta, renunciar al control y dejarme ser.

En conclusión parece que la frase de Jorge Bucay tenía mucho jugo. Ser feliz quizá realmente sea Ser y sentir, dejar ser, dejar sentir. Independientemente de si es positivo o negativo. Seamos y sintamos. Dejemos que todo lo que tenga que ser, sea. Permitámonos ser felices así.

L.G-A.V.

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