“ No te cierres puertas, ábrelas, conoce tus opciones” Muchos están deseosos de abrirse puertas para poder sacar mayor provecho de sus propias capacidades y descubrir diferentes maneras de vivir. Está claro que el no cerrarse puertas es clave para nuestra toma de decisiones.
Hay muchas personas que escogen entre las diferentes posibilidades de manera rápida, algunos impulsivamente, otros con gran acierto ya qué gozan de una intuición afinada. Sobre estas personas no voy a hablar en este artículo. Algunas personas que buscan varias opciones y meditan mucho sobre que decidir, hacia que puerta dirigirse. Estas personas tardan más en tomar una decisión y mientras se lo piensan abren más puertas, consiguiendo que el abanico se amplíe. Gran estrategia para asegurarse de que su decisión final será la correcta, sobre estas personas tampoco voy a hablar. Hablaré de las personas que se quedan petrificadas ante varias puertas abiertas sin saber cual escoger, pensándoselo demasiado tiempo de tal forma que obtienen más tiempo para seguir pensando y seguir dándole vueltas a las características de cada puerta, sin pasar a la acción nunca. Sin cruzar ningún puerta.
¿Y de qué sirve abrir muchas puerta y no cruzar ninguna ? Aplicando todo esto al ámbito profesional sirve para mantenerte al filo del precipicio. Sirve para sentir que puedes escoger pero no lo haces por miedo. El miedo te ata con una correa para que no des un paso más. Para que no confirmes lo que opinas tú de ti mismo “no soy capaz” o para que lo des confirmes… porque ¡SI! se podría des confirmar tú creencia sobre ti mismo y entonces, galopando, llega más miedo y te pisotea: entonces si quién creías que eras tú, no eres? ¿Quién eres? Esta pregunta nos saca de nuestra zona de confort . Sin duda alguna nos hace sentir muy vulnerables, indefinidos, perdidos (parece que se nos olvida que ante esa pregunta también nos podemos sentir capaces, potentes, preciosos)… y preferimos sentirnos indecisos, nos acomodamos en esta definición, nos respalda, nos protege.
Podría poner el siguiente ejemplo:
Una persona que estudia y hace prácticas para ser arquitecto. Estudia la carrera, hace varios cursos sobre urbanismo, diseño gráfico, hace prácticas en algunos estudios y varios amigos le proponen proyectos. Esta persona tiene muchísimas ideas y piensa en hacer maquetas y presentárselas en diferentes sitios etc. Sin embargo a pesar de contarle sus ideas a sus amigos, solo piensa en ellas, solo sueña con ellas. No hace nada para materializarlas. Y se dice a si mismo “no se si estoy suficientemente formado, no hay muchas salidas de lo mío, voy a hacer este otro curso, este otro master para abrirme más puertas” escondiendo debajo de estas frases un miedo por sentirse incapaz e insuficiente para algo que objetivamente está totalmente dotado. Sin embargo se refugia detrás de la excusa “no estoy suficientemente formado” alimentando así su miedo. En el fondo él quiere hacer algo y para equilibrar sus ganas de hacer algo y su miedo sigue apuntándose a cursos y a talleres. Abriendo muchísimas puertas, sin cruzar ninguna de ellas. Sin actuar sobre sus ideas. Nada tangible, nada realizado. Así puede pasarse la vida. Visualizo a esta persona ante un pasillo interminable lleno de puertas abiertas, por las que se dejan entrever las posibilidades, las herramientas para poder materializar ideas geniales, sus ideas geniales. Esta persona se pasea por el pasillo arriba y abajo, asomando la nariz por cada puerta, observando y dando un pasito atrás, estando de vuelta en el pasillo, dirigiéndose a otra puerta, abriéndola asomar la nariz de nuevo, sin cruzar la puerta.
Hace poco leía en otro artículo que al miedo se le vence actuando, haciendo.
Por lo tanto no le diría a esta persona “Eres capaz de llevar a cabo tu idea genial” puesto que de nada sirve que te lo diga alguien de fuera si tú crees en lo más profundo de ti que no es así. Lo que si me gustaría decirle a esta persona es “Haz algo, escribe tu idea en un papel, compra pegamento y los materiales que necesites para hacer una maqueta, marca en ese instante el número de teléfono de ese estudio y llama” En definitiva, le instaría a pasar a la acción, pues una vez escuchado a nuestro miedo y una vez le hemos reconocido su labor protectora hasta la fecha, hemos de seguir adelante, de una manera tan simple, como es dando un pequeño paso y HACER .
Abrirse puertas es importantísimo para conocer todas nuestras opciones sin embargo no podemos quedarnos para siempre en el quicio de la puerta, hemos de cruzarla.
L.G-A.V.